Por: Amín Cruz
Estamos celebrando la fecha natalicia de Juan Bosch, unos de los grandes líderes de América que tuvo grandeza interna y el alma grande. Desde muy niño desempeñó un papel fundamental en la sociedad dominicana y en el exterior, se forjó con un criterio claro sobre la responsabilidad de servir a la patria y sobre esa base se desenvolvió toda su vida, como un líder recto, respetuoso y transparente.
El Prof. Juan Bosch fue un gran mártir, tuvo la gran virtud de servir a varios países de América y Europa, era un líder que tenía una visión clara en defensa de los más humildes del pueblo dominicano y el mundo. Fue de los pocos que teniendo oportunidad de vivir muy bien, fuera del país, prefirió sacrificarlo todo por la patria que lo vio nacer, porque tenía una visión de servicio marcado por un gran sentido de la realidad, una visión inspiradora, de ética y mucho coraje de enfrentar la época.
Peter Koestenbaum, quien se define como un filósofo del liderazgo, nos ayuda a encontrar respuestas interesantes y manejables sobre la virtud de un líder. Encontramos el modelo que llama “el diamante del liderazgo”, el cual presenta en un libro titulado: Leadership. The inner side of greatness (Liderazgo. El lado interno de la grandeza).
Con este concepto teórico, encontramos en Don Juan, el diamante del liderazgo, que tiene los siguientes componentes: realidad, visión, ética y coraje. Cada uno de estos componentes representa un vértice del rombo, diamante, cuya superficie representa la grandeza. Su sentido es muy simple, y profundo a la vez. Mientras mayor es cada uno de los componentes, mayor es la superficie del rombo, y de la grandeza que enmarca.
“Realidad” significa conocimiento de los hechos, de las realidades, no engañarse con ilusiones, o falsas realidades. “Visión” significa ver la gran perspectiva, pensar en grande y con mente nueva. “Ética” significa ser sensible a las personas y estar a su servicio. “Coraje” significa tener el poder de la iniciativa, de actuar y de tomar el riesgo. “Grandeza” es la resultante de tener sentido de la realidad, visión de futuro, ética y coraje para actuar.
Juan Bosch, sufrió los vejámenes durante su larga vida y aún hoy 102 años de su muerte todavía encontramos personas que mancillan su nombre, como lo hacen con otros héroes de la patria. Bosch, fue un admirador y continuador del pensamiento Duartiano y precursor de esta frase de Duarte “la política no es una especulación; es la Ciencia más pura y la más digna, después de la Filosofía, de ocupar las inteligencias nobles”.
Pero ambos sufrieron y fueron víctimas… “mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán víctimas de sus maquinaciones”. Juan Pablo Duarte.
La vida del Profesor Juan Bosch, la he descrito tal como fue, así sencillamente en estos párrafos, fue un modelo acabado de liderazgo para muchos en nuestro país y el mundo. Debemos apreciar la grandeza de un verdadero líder que no se mide por la capacidad destructiva que pueda tener, sino por el contrario, ésta se mide por la capacidad que tenga para crear, enseñar, construir e instruir como lo fue el profesor.
En toda su vida, Don Juan, fue auténtico, mostró credibilidad y confianza entre sus compañeros porque su virtud estuvo en la templanza, fortaleza, prudencia, amor y justicia. Como líder no significa manejar a las personas ejerciendo un poder ya sea otorgado por el escalafón u otorgado por alguna otra naturaleza. Sino tener la integridad para poder conducir el grupo hacia los objetivos previstos.
Juan Bosch, fue un líder conocedor de su trabajo, inspirando a otros a hacer sus tareas, tener iniciativas, ser sabio a la hora de tomar decisiones; nunca tuvo temor de pasar sus conocimientos a otros para capacitarlos ni dudó en buscar apoyo en quienes le rodeaban. El Dr. Leonel Fernández, Lic. Danilo Medina, Euclides Gutiérrez, José Joaquín Bido Medina, Norge Botello, Francisco Peña Gómez, ambos (EPD), entre otros valioso líderes contemporáneos son productos de esta escuela. Don Juan Bosch, fue un gran maestro, porque conoció, interpretó y vivió con honradez y de manera excepcional el ideal de su vida. Su liderazgo y patriotismo nos hace recordarlo hoy con cariño y admiración como un símbolo de la dignidad nacional dominicana
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