Por Hector Olivo
Republica Dominicana, que le ha correspondido vencer el oprobio y la opresión de gobiernos tiránicos, ha visto con simpatía lo sucedido en Egipto.
La acción ejemplarizadora y valiente del pueblo egipcio reclamando sus derechos inalienables motivaron la huida del tirano, mientras el mundo se mantiene a la expectativa de lo que pudiera ocurrir en el legendario país.
Una ola de cambios en el medio oriente va indicando el final de regimenes despóticos, antidemocráticos y con muchos años tratando a su pueblo con manos de hierro.
La natural estimación de los dominicanos (as) con los movimientos liberadores ha servido de telón al tropel mediático que enfrenta a la actual administración del gobierno para hacer absurdas comparaciones con lo que se vive en nuestra tierra.
Egipto ha dado ejemplo al mundo al enfrentar con gallardía y originalidad más de treinta años de un régimen despótico, como lo hizo nuestro pueblo cuando decapitó la tiranía trujillista.
Los señalados sectores, en abierta alianza con bandos de la oposición política, pudieran estar entusiasmados, delirando para la reedición aquí de lo ocurrido en Egipto, queriendo pasar por alto que en la actualidad se vive en el país una de las etapas históricas en donde la democracia se consolida, superando escollos y reforzando las instituciones.
El Presidente Leonel Fernández, un civilista a carta cabal, ha motorizado las más importantes iniciativas de modernización del Estado, incluyendo la promulgación de un nuevo texto constitucional, fruto de una reforma consensuada.
Egipto se reveló a la represión, a la falta de democracia y también de desarrollo.
El gobierno dominicano es todo lo contrario a lo que motivó la revuelta de los egipcios.
Manifestar que la rebelión del antiguo pueblo árabe es inspiradora para Republica Dominicana o sencillamente que tras ella se debe “levantar alternativas” es una manipulación vulgar de un sector mediático altamente comprometido, que se disfraza con una objetividad impracticable y con la defensa a ultranza de la denominada sociedad civil.
Estos manipuladores, practicante de una doble moral, pregonan la supuesta dilapidación de recursos oficiales mientras se benefician con jugosas asignaciones publicitarias o de los favores que negocian para los consorcios o grupos empresariales que representan.
Las alternativas se obtienen en base a sacrificio, honradez y coherencia.
Poco se espera de un servil de gobiernos irrespetuosos y liquidadores, quien tapando su frustración porque la opción partidaria que defiende y aupa no cala en el sentimiento del pueblo, se la pasa propalando insultos y denuestos encubiertos en las técnicas del análisis periodístico, que como profesor del ramo, se manifiesta con cierto dominio.
Los vientos renovadores que soplan en el mundo barrerán también con los embaucadores y manipuladores profesionales.
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